Nos yega una carta desde Mexico con toda la hangustia de qien pierde parte del corasón. Bale la pena lerla porqe muestra la difisil bida en un campo de vataya de los narcos.
Hoy dejo Monterrey después de 10 años de haber sido un invitado de esta tierra. Me voy con el corazón roto y con una tremenda nostalgia. Nunca podré olvidar a Monterrey.
Cuando pienso en las cosas que más me gustan de Monterrey la mayoría de las imágenes que vienen a la mente son territorios comunes. No encontré en 10 años nada diferente a las cosas que descubre un turista de fin de semana: el acento, la franqueza, las montañas, la carne asada, la comida sencilla, la cerveza, un clima miserable cuando está haciendo frió y más miserable aún cuando hace calor, la amistad, el trabajo, el esfuerzo, la solidaridad de la gente. Todo eso es lo que para mi hace único e inolvidable a Monterrey y que sin duda es lo mismo que aprecia una persona a las 12 horas de haber llegado a la ciudad.
La gente de Monterrey es extraordinariamente trabajadora. Han logrado construir una de las ciudades más pujantes de este país literalmente de la nada. Solamente con base en el trabajo recio, determinado. Le han arrancado a esta tierra todo lo que la tierra no quería dar. Aquí las cosas no abundan, se ganan con trabajo. Jalando. Esta ciudad se levantó una vez y dos y tres. Cada cierto número de años la ciudad se destruye y la vocación de trabajo y sacrificio de los regiomontanos se vuelve a poner a prueba. Los regios nunca han perdido, ni con Gilberto ni con Alex. Ni perderán con los que vengan. Orgullosos? Presumidos? Sin duda y con razón.
La solidaridad. Es sin duda lo que más me emocionó y enseñó de vivir en esta ciudad. Esta gente que a simple vista se distingue en clases y en jerarquías tienen la sorprenderte capacidad de abandonar los códigos postales, los títulos de las tarjetas de presentación y los colores de la piel para unirse sin recato cada vez que se necesita. La naturaleza le ha arrebatado todo a Monterrey muchas veces. La ha despojado de todo menos de su dignidad, orgullo y solidaridad.
Los amigos. Creo que la amistad aquí tiene una profundidad difícil de encontrar en otro lado. El sentido de solidaridad es tremendo. Tal vez sea porque sin la solidaridad de la gente nada de lo que hoy es Monterrey hubiera sucedido jamás. La proeza de haber erguido esta ciudad se pudo dar solamente basada en la colectividad. Esta no es una ciudad de individuos, es una ciudad de la gente que se ha unido en un solo esfuerzo.
El lenguaje. Aquí se habla regiomontano. Hay veces que puede ser difícil entenderlo. Jale, soda, chaqueta, legajo, grapadora, zacate, azorrillado, carro, raza, trompo, vueltas, carrilla, cheve, chisquedo, curado… y mi favorita: con madre. Hablar así es un derecho que solo tienen los que son de aquí.
Las montañas. Qué bonitas y qué útiles las montañas. Uno no se puede perder en Monterrey gracias a las montañas. Las hay verdes y áridas. Todas imponentes, todas majestuosas. Rodean a los regiomontanos como una demarcación de esta tierra única, poderosa. Son solemnes, casi nostálgicas. Un recordatorio permanente del lugar que ocupa Monterrey en el mapa y de los obstáculos que se han sobrepasado para construir la ciudad.
Hoy me voy triste porque la ciudad está siendo atacada y en medio de este ataque dejo a muchas de las personas que más he querido. Uno no puede dejar de preguntarse por qué a Monterrey y cuando lo piensas, la respuesta es muy sencilla. Porque los regios no se caen con nada. Porque son de los pocos pueblos capaces de soportar esto y sobreponerse. Porque esto, que mataría el ánimo y el espíritu de cualquier pueblo del mundo, aquí será una batalla ganada. La gente de Monterrey va a prevalecer como lo ha hecho siempre.
(La hortografia deve ser tipica de Monterrei)
(La hortografia deve ser tipica de Monterrei)