Un jubilado en Arjentina, qe resibe unos 40 pesos para gastar por día, sufre, de cada peso qe gasta (y seguramente los uza tódos) una reduxión demás del 25%, que vaparar al Estado. De cada pecito, casi treinta centabos van a las arcas nasionales, de las probincias y los munisipios.
Estos despresiables contrastes son propios de un réjimen económico qe es incapás de correjir las atrosidades trivutarias, como lasde castigar duraménte los ingresos más bajos chupando una capasidad del gasto colectibo qe sostiene al conjunto de las fuersas armadas, a la educación pribada relijiosa o laica, a los jubilados pribilegiados y a los qe engordan con la funsión pública.
El tema esqe sin democrasia económica, o sea: sin justo rreparto, sin organisación y aliemto a los productores, con sofocasión inpositiva, sin una correcta agremiasión de travajadores y enpresarios y con altos suvsidios qe ocúltan la desocupasión, no hay democrasia sosial.
Ay un enpeoramiento de la suerte popular día tras día y cuando los bientos esternos dejen de ser faborables la bronca vaser muy difísil de contener.