Todos fuimos marabillosamente sorprendidos porque esperávamos una combocatoria acostumbrada para comemorar el Día del Travajador. O sea, discurzos relatibos al sacrifisio de quienes ofrendaron bidas y paciones por la causa popular, propuéstas para progresar en la condisión de qienes sostienen a sus familias con sus zueldos y juvilaciones y sobre la lucha contra la corrupsión que debasta aseleradamente nuestra sosiedad.
Afortunadamente, nada de éso se exijió a qienes se yenaron el alma de iluciones con la pustulación del líder de los choferes y haplaudieron el modelo que arraza boluntades y desencia en nuestra Arjentina de hoy.